La mujer que nunca dijo, cierta vez quiso no ser obediente y desnuda, abrigó una llama en su vientre enrojecido. Envuelta toda por el espacio azul excepto un árbol a su lado, se rasgó las uñas para treparlo y llegar a mordisquear sus frutos morados. El sabor agrio hizo que escupiera la tierra, después lloró.
Pensó en los dioses, en el pecado...pero las lágrimas extinguieron la llama que se propagó en un surco a través de sus piernas hasta las plantas de los pies. La aterró la idea de una grieta y de dividirse en dos siniestras mitades. Las uñas rasgaban ahora el húmedo barro para arrastrarlo en pedazos hacia el gran surco, tapándolo.
Volvió en sí, se sintió mejor. Un viento inesperado cubrió su cuerpo de hojas y esa sensación la salvó. Por primera vez miró hacia el cielo, entonces descubrió a la Luna y en sus distintas caras reconoció un signo de aprobación. De las hojas plegadas en su piel brotaron semillas, la experiencia de "lo que vive" vibró dentro suyo y agradeció en silencio tal privilegio.
De nuevo trepó el árbol, esta vez cuidadosamente...besando la corteza se deslizó entre las ramas hasta confundirse con el follaje, se oía a lo lejos el sonido de una canción. La lluvia regó sus crecientes cabellos y movida por un antiguo ritual sembró su sangre.
A este tipo de fenómenos un célebre escritor lo llamó "conexiones cósmicas"
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ResponderEliminarhay nati me senti identificada,era mi espiritu en la busqueda de vision la verdad agradecida de tus lineas es una bendicion cosmica el poder de la palabra atraves de esta expresión...gracias por compartir... mujeres y sagradas...jime
ResponderEliminarCelebro estas búsquedas femeninas, me apasionan...sigamos compartiendo! q en soledad estas historias se apagan...
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